"Debido a que la saliva es fácil de obtener, podría ayudar a controlar y monitorear el progreso de un tratamiento específico, como por ejemplo, el de la periodontitis, una enfermedad que comienza en las encías, pero que si no es tratada puede llevar a la pérdida de las piezas óseas", afirma la bioquímica Gretel Pellegrini, del Departamento de Bioquímica General y Bucal de la Facultad de Odontología de la UBA.
La experiencia puso en evidencia que concentraciones de marcadores óseos -sustancias que sirven para identificar la presencia de otras- en muestras de saliva siguen el mismo patrón que las verificadas en muestras de suero u orina, por lo que sus mediciones son tan confiables como las otras. Aunque se harán más estudios para corroborar estos hallazgos. El hueso es un tejido conectivo que se remodela de forma permanente. Durante la niñez, la formación y la reabsorción mantienen la misma velocidad. El ritmo de acumulación de calcio se incrementa durante la pubertad hasta alrededor de los 25 años, momento a partir del cual se estabiliza hasta alrededor de los cincuenta. A partir de entonces, la velocidad de la reabsorción aumenta notablemente en relación con la generación de hueso. Como resultado, se incrementan las quebraduras.
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