Las dos pirámides o basamentos hallados en el interior del Templo Mayor del Centro Ceremonial y Comercial de Tlatelolco son una especie de ofrenda para los dioses de cada uno de los pueblos que llegaban a conquistar el lugar, explicó el arqueólogo Salvador Guilliem.
El director del sitio arqueológico recordó que se sabía que el Templo Mayor de Tlatelolco se había hecho siete veces, las mismas que fue conquistado, pero el hallazgo revela que en realidad se trata de ocho.
Guilliem fue entrevistado por Notimex a propósito del hallazgo no sólo de estos dos basamentos sino también de otros vestigios que datan de la época del contacto, ubicada por los especialistas entre la conquista y la colonia.
Señaló que lo que llaman pirámides en realidad son basamentos de pirámides truncas cuya altura es de 20 metros la más alta y la más pequeña de 14 metros y representan los cerros donde habitan los dioses, en este caso, la parte norte representaría el cerro de Tlaloc, la sur el de Huitzilopochtli y ambos representarían el pueblo.
Estas estructuras representaban unir opuestos y complementarios, es decir, comentó, la parte solar masculina o lo bélico y la parte telúrica oscura, de agua, fertilidad y tierra, que es la parte femenina. Fusión que va a tener el concepto de pueblo en fundación.
Aquí, continuó, está toda la parte fundamental de la ideología religiosa de los mexicas y es el punto más sagrado pues por ahí fluye el tiempo, bajan los días, pasan los años y están todas las fuerzas cósmicas reunidas que eran los dioses.
“Como todo esto es tan sagrado le van a construir a ese dios su casa, pero entonces no lo podemos destruir, no lo podemos tocar, qué hacen, dejan en ofrenda enterrada esa pirámide, esa casa antigua y encima hacen una segunda casa”, detalló.
Recordó que de acuerdo con el doctor Leonardo López Lujan, quien realizó sus investigaciones en el templo de Tenochtitlan, se corroboró que las ampliaciones del Templo Mayor ocurrían cada vez que había una conquista a otros pueblos y no cada 52 años como se creía.
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