Estudios realizados en animales que han llevado a cabo 2 comidas diarias muestran que este número de ingestas es beneficioso para la salud y alarga la esperanza de vida.
Pronto se espera probar estos resultados en humanos. El efecto del número de ingestas diarias sobre el metabolismo se estudia desde hace más de 40 años.
Hasta hace poco las investigaciones han corroborado que comer cinco o seis veces diarias influye positivamente en la prevención y el tratamiento de enfermedades como obesidad, enfermedades cardiovasculares o diabetes. Asimismo, han relacionado el aumento de la frecuencia de consumo de alimentos con una disminución de la cantidad de grasa corporal, de la concentración en la sangre de colesterol total y colesterol LDL y de la intolerancia a la glucosa.
Otros estudios constatan también la relación entre la frecuencia de consumo, el no desayunar y la cantidad de comidas realizadas fuera de casa con el riesgo de padecer obesidad.
La restricción calórica, la reducción en el número de comidas y los ayunos de un día para otro pueden suprimir el desarrollo de varias enfermedades y aumentar la esperanza de vida en roedores. Con estos hábitos alimentarios, las ratas de laboratorio experimentan una mayor protección frente a la degeneración en modelos animales de Alzheimer, Parkinson y enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio.
También se ha probado un aumento de la resistencia al estrés. Así, un estudio del Laboratorio de Neurociencias y el Centro de Investigación Gerontológico de Baltimore (EE.UU.) constata que la disminución en el aporte de calorías y los ayunos intermitentes en ratas aumentan la producción de una sustancia en el cerebro, BDNF o "brain-derived neurotrophic factor".
Según el estudio, este componente aumenta la resistencia de las neuronas a la degeneración natural por el paso del tiempo y estimula su recuperación en caso de lesión o enfermedad.
Tras estos llamativos datos, recientemente se han publicado investigaciones sobre los efectos de la reducción de la frecuencia de comidas en personas adultas sanas, sin disminuir el aporte de calorías y manteniendo la ingesta recomendada de vitaminas y minerales.
Los resultados indican que no hay cambios significativos. Sin embargo, cuando se consume una sola comida al día, se da una disminución significativa de la masa grasa corporal. Por contrapartida, se evidencia un mayor mal humor y un aumento de la presión sanguínea y la concentración de colesterol total en sangre.
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