A pesar de ser un viejo enemigo de la humanidad, el virus de la influenza -responsable al año de más de cinco millones de casos de gripe en el mundo- retiene una generosa dosis de tópicos, mitos y misterios. Uno de ellos es su afinidad con el invierno. Una relación que, según un nuevo estudio realizado por investigadores de Nueva York, tiene que ver sobre todo con la forma en que este virus, con ayuda del frío seco, adquiere mayor estabilidad y permanece durante más tiempo en el aire.
Históricamente, o por lo menos desde que la gripe empezó a reconocerse como tal, la gripe ha sido vinculada con el frío. De hecho, el nombre de su virus "influenza" sería una derivación acuñada en el siglo XVIII de la expresión italiana "influenza di freddo" (influencia del frío). No han faltado hipótesis para vincular el predominio de la gripe durante los meses invernales, desde una mayor concentración de la gente en espacios cubiertos hasta el estímulo al contagio entre niños escolarizados y sus respectivas familias, sin olvidar los niveles de melatonina o los cambios de dirección en las corrientes de aire de la atmósfera terrestre.
La pandemia de 1918
Frente a todas estas teorías, un equipo de investigadores neoyorquinos dirigidos por el doctor Peter Palese, catedrático de microbiología de la Facultad de Medicina de Mount Sinai, se ha dedicado a descifrar exactamente el vínculo entre invierno y gripe. De hecho, su fuente de inspiración ha sido un informe publicado después de la terrible pandemia de gripe de 1918.
De acuerdo a las explicaciones ofrecidas por el doctor Palese al "New York Times" y la revista especializada "Plos Pathogens", su empeño investigador no ha sido precisamente fácil ante la imposibilidad ética de experimentar con seres humanos expuestos al virus de la gripe en diferentes condiciones. La opción de animales también era limitada ya que la mayoría de ellos -con la excepción de hurones, muy complicados de manejar- pueden ser contagiados por el virus influenza pero no trasmitirlo.
Finalmente, la fuente de inspiración para el equipo del doctor Palese apareció en un artículo publicado en 1919 en la revista de la Asociación Médica Americana describiendo la epidemia de gripe en unas instalaciones militares en Nuevo México. Un comentario marginal indicaba que al poco de presentarse el virus de la influenza, todas las cobayas utilizadas por los médicos militares para sus experimentos habían fallecido.
El empleo de cobayas permitió al grupo del doctor Palese determinar que la temperatura ideal de transmisión para el virus de la gripe sería a cinco grados Celsius. Su capacidad de contagio retrocede conforme las temperaturas avanzan hasta los 30 grados centígrados, y a partir de entonces el influenza pierde por completo su capacidad de propagación. En términos de humedad, el virus se trasmite de manera óptima a un bajo nivel, del 20%, y no logra extenderse en altos niveles de humedad, próximos al 80%.
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