El termostato tradicional que se regula manualmente, está siendo rediseñado para que se ajuste automáticamente, teniendo en cuenta las “bioseñales” de un cuerpo humano.
Joon Ho Choi, de la Universidad Carnegie Mellon, señala que su nuevo invento es un termostato "inteligente" que ajusta la temperatura de una habitación teniendo en cuenta las "bioseñales" de un cuerpo humano.
El portal Ciencia y Tecnología informa que Choi instaló en una habitación experimental un sistema de sensores que facilita la transmisión inalámbrica de la temperatura de la piel y el ritmo cardiaco de un individuo desde un brazalete o muñequera hacia el termostato. Éste cambia la temperatura según los datos recibidos sin que nadie tenga que ajustarlo manualmente.
El control, a través de biosensores, es un enfoque que se vale de la fisiología del propio usuario humano para determinar del modo más directo sus posibles necesidades de confort térmico, y genera la temperatura óptima para satisfacerlas. El cuerpo humano tiene su propio sistema de calefacción, ventilación y aire acondicionado, que le mantiene a una temperatura constante de 36 a 37 grados Celsius, en condiciones normales. Este sistema de nuestro cuerpo emplea la temperatura de la piel y el ritmo cardiaco para regularnos la temperatura. El dispositivo de Choi monitoriza estas bioseñales y transmite los datos de manera inalámbrica al termostato de una vivienda o una oficina. Choi ha concluido el estudio piloto del proyecto en un centro de trabajo de alto nivel, con un entorno acogedor y energéticamente eficiente. Ahora, su objetivo es mejorar el sistema de control y decidir si un brazalete o una muñequera es más conveniente. Ambos pueden fabricarse utilizando sensores y materiales comercialmente disponibles. El nuevo termostato de Choi puede ser usado por cualquier persona, pero este producto está destinado principalmente a los ancianos, o a personas minusválidas que no puedan accionar sus termostatos por sí solas. Este termostato "inteligente" podría pues aportar una mejora clara en la calidad de vida de la gente en estos dos grupos. En el caso de las personas de la tercera edad, reviste incluso mayor importancia ya que los ancianos suelen ser muy sensibles al estrés térmico. Esto deriva de su estado delicado de salud general, pero también se le une a menudo la dificultad o imposibilidad, por problemas de movilidad o de otro tipo, de ajustar manualmente el termostato.
Noticia publicada en Los Tiempos (Bolivia)