El descubrimiento y el estudio de esta estructura permitirán predecir la estabilidad y la evolución a largo plazo de los vórtices de otros planteas, entre ellos, el existente sobre la Atlántida terrestre.
Además, las imágenes captadas por la cámara espectral "Virtis" de esta nave especial han revelado masas de oxígeno fluorescentes, visibles sólo con cámaras infrarrojas, en la alta atmósfera de Venus, un fenómeno que también tiene analogías en la Tierra.
Dos científicos de la Escuela Técnica de Ingeniería de Bilbao, Agustín Sánchez-Lavega y Ricardo Hueso, y otro del Instituto de Astrofísica de Andalucía, Miguel Ángel López Valverde, son parte del equipo que ha investigado ambos fenómenos y ha escrito sendos artículos sobre ellos, que se publicarán mañana en la revista "Nature".
Sánchez-Lavega explicó hoy, en rueda de prensa celebrada en Bilbao, que el dipolo "espectacular" del polo sur de Venus favorecerá el estudio de la formación de vórtices en otros planteas, así como su velocidad, temperatura y estabilidad.
Consideró que Venus "representa un laboratorio natural" para contrastar los modelos que explican el clima y la meteorología terrestre.
Además, el investigador vasco confió en que un mayor conocimiento del dipolo de Venus sirva para predecir la evolución a largo plazo del vórtice que en la Tierra "confina los compuestos químicos que la actividad humana arroja a la atmósfera y que destruyen el ozono".
El segundo fenómeno captado por la cámara "Virtis" ha revelado la existencia de flujos de oxígeno que emiten resplandores infrarrojos en la alta atmósfera de Venus, a 95 kilómetros de altura sobre la superficie del planeta.
Este fenómeno ocurre cuando la radiación solar "golpea las moléculas de dióxido de carbono rompiéndolas en átomos de carbono y oxígeno" y éstos últimos "se recombinan y forman una molécula de oxígeno", momento en que emiten "radiación, luz infrarroja", según explicó Ricardo Hueso.
Estas nubes fluorescentes realizan movimientos rápidos, a 150 kilómetros por hora, y variables, por lo que las moléculas de oxígeno "simulan ríos de intenso brillo". Por ello, si estas masas lumínicas fueran visibles para el ojo humano, se parecerían a la aurora boreal, señaló Hueso.
Conocer los movimientos de estas masas podría permitir a los científicos estudiar la evolución atmosférica de Venus en escalas de tiempo muy largas, lo que ayudaría a "comprender cómo se ha convertido en lo que es hoy", señaló.
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