En cualquiera de sus modalidades el chocolate es delicioso, tentador, afrodisíaco y adictivo. Pese a que le persigue una inmerecida fama de que engorda, recientes estudios demuestran que los triptófanos presentes en sus ingredientes actúan como los más fuertes antidepresivos del mercado.
¿Quién no comió nunca tanto chocolate que sentía que iba a explotar? No se trata de simple gula, o ansiedad, no. Estudios recientes aseguran que hay una explicación química y biológica para esta clase de comportamiento.
Son muchas las historias acerca de las propiedades del cacao. Los indios se referían a él como “el alimento que hace sonreír” y mucho se habló de su carácter adictivo, de la creación de grasa en la piel, que influiría en la aparición de acné y de sus componentes excitantes, que lo convierten en un poderoso afrodisíaco.
Sin embargo, pocos saben, que el dulce que gusta tanto tiene además propiedades curativas.
Debido a su delicioso sabor, el alimento conquistó los paladares de medio mundo, que se confiesan apasionados del dulce manjar. El amante del chocolate asociará el chocolate con lo más cercano al éxtasis.
Muchos ginecólogos y psicólogos aconsejan a sus pacientes que durante periodos como la menopausia o las personas que padezcan el síndrome premenstrual, aumenten el consumo de chocolate y carbohidratos, para aminorar la sensación de tristeza que les inunda.
Los altos niveles de cafeína, vitamina E o tiamina lo convierten además en un alimento revigorizante y energético, por lo que las personas que estén desanimadas o apáticas verán como, tras ingerir chocolate, estarán más predispuestos a moverse y realizar actividades.
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