Quizás sea el motivo por el que los bebés prefieren estar con algunas personas y rehúyen a otras. Según un estudio publicado en "Nature", antes de cumplir el año, los niños son capaces de diferenciar la bondad o la maldad de los demás y, a la hora de elegir, lo tienen muy claro: escogen al buen samaritano.
Las personas que forman parte de nuestra vida han llegado a ella de múltiples formas: en unos casos nos han sido impuestas, como los familiares o los compañeros de trabajo, pero en otros muchos, somos nosotros los que decidimos quienes son nuestros amigos y quienes conforman ese núcleo de individuos que no queremos tener cerca. La capacidad para tomar estas decisiones parece ser innata al ser humano. Esto es lo que se deduce de este trabajo ya que esta habilidad favorece nuestro desarrollo.
"Nuestros resultados sugieren que los niños, al igual que los adultos, son capaces de saber la diferencia entre aquellos que se comportan de forma positiva con los demás frente a los que lo hacen negativamente, y que tienden a acercarse a los primeros y evitar a los segundos", afirma a elmundo.es Kiley Hamlin, doctora en Psicología de la Universidad de Yale (Estados Unidos) y una de las autoras del estudio. "La capacidad para discriminar a aquellos que son peligrosos para ti de aquellos que te pueden ayudar es esencial en el mundo social. Nuestro trabajo observa esta capacidad en niños demasiado jóvenes para haberles enseñado explícitamente, lo que ofrece más evidencia de que esa capacidad puede construirse".
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