Los trucos para engañar a los cinco sentidos fueron protagonistas en la feria científica Las ilusiones del cerebro, ayer en la Sala Razzmatazz de Barcelona, bajo la coordinación de Mara Dierssen, del Centro de Regulación Genómica de Barcelona. Neurocientíficos de varios centros españoles llevaron a la sala electrodos, cascos y programas de realidad virtual para que los asistentes pudieran experimentar en su piel lo fácil que es engañar el cerebro. Una experiencia divertida, pero también útil para entender hasta qué punto enfermedades como la anorexia o la esquizofrenia pueden deformar la realidad.
Más de un participante se quedó sorprendido al percibir como propia una mano de goma. María Victoria Sánchez Vives, del Instituto de Neurociencias de Alicante, logró ese efecto tapándole la mano real, enseñándole una de goma y estimulando simultáneamente las dos. "El cerebro recibe el estímulo táctil y ve la estimulación de la mano de goma", explicó Sánchez Vives. "Para interpretar esta situación, concluye que la mano de goma debe ser la real". El equipo de la investigadora indujo también la Ilusión de Pinocho, la sensación de tener una nariz de decenas de centímetros. "El cerebro rellena los huecos en la información de los sentidos", comentó Sánchez. "Este proceso es evidente en las ilusiones, pero actúa siempre: la realidad es una creación de nuestra mente".
Esto pasa cuando una persona oye el llanto inexistente de su bebé o el sonido ficticio de su móvil. "Son fenómenos psicoacústicos, relacionados con sonidos con un fuerte contenido emocional", explicó Isabel Varela, del Grupo de Neurobiología de la Audición de Madrid. Su equipo trajo grabaciones de la Escala de Shepard, la secuencia infinita de notas ilusoriamente ascendentes de Bach en su Canon per tonus.
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