Las centrales nucleares flotantes van a constituir una parte importante en el programa de expansión de ese tipo de energía en Rusia. Así lo declaró ayer el viceprimer ministro Serguéi Ivanov, uno de los candidatos a suceder Vladímir Putin. Las organizaciones ecologistas han puesto el grito en el cielo, ya que consideran que ese tipo de plataformas son mucho más peligrosas que las convencionales.
«Son la solución ideal para llevar electricidad a las zonas remotas», declaró Ivanov refiriéndose a las regiones situadas al norte del Círculo Polar Ártico, por lo general desconectadas de la red eléctrica del país. El dirigente explicó que «basta con anclar en la costa una central flotante para que todo un área geográfica cuente con un potente generador eléctrico». Según Ivanov, «la factura de luz sería también más barata que en el resto de Rusia». Serguéi Kiriyenko, director de la Agencia de Energía Atómica rusa, anunció el año pasado la intención de utilizar centrales flotantes.
Las obras para construir la primera, que llevará el nombre de "Akadémik Lomonósov" y tendrá una superficie de 4.300 metros cuadrados, comenzaron en primavera en los astilleros militares de Severodvinsk, en la península de Kola. Suministrará energía a la fábrica de submarinos nucleares enclavada dentro del mismo complejo y estará terminada en 2010. Estará dotada de dos reactores nucleares KLT-40S, idénticos a los instalados en los rompehielos atómicos, y su potencia alcanzará los 70 megavatios. Utilizará como combustible uranio enriquecido sólo en un 5%.
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