Aunque demostró por primera vez la transmisión de energía eléctrica sin cables, desarrolló la primera bobina e inventó alrededor de 300 artefactos, entre ellos el radar submarino, Nikola Tesla ha pasado desapercibido por la historia e incluso se le llegó a considerar como “el genio desconocido”.
Sin embargo, a 150 años de su nacimiento, cuando varios de sus inventos han cobrado importancia y sus teorías han sido comprobadas, el científico serbio y su trabajo comienzan a ser reconocidos, por lo que el gobierno de la República de Serbia y la UNESCO emprendieron desde 2006 una serie de exposiciones alrededor del mundo en torno de este destacado científico.
Una de estas muestras fue inaugurada ayer en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde cerca de una veintena de carteles y un par de sus inventos (La Torre Tesla y el Huevo de Colón) son exhibidos.
En esta exposición lo mismo se pueden encontrar fotografías de Nikola, de su familia o la casa donde nació, que imágenes de sus inventos o de sus grupos de amigos, con quienes desarrolló varios proyectos.
En ella también se da cuenta de la rivalidad que surgió entre Tesla y Thomas Alva Edison, con quien trabajó a su llegada a Estados Unidos, pero que debido a los compromisos incumplidos de este último, surgieron grandes disputas, entre ellas la lucha de la superioridad de la corriente eléctrica continua, es decir, sin variación, que defendía el inventor estadounidense y la corriente alterna (con variaciones de onda) que postulaba el científico serbio.
Para el embajador de la República Serbia en México, Milisav Paic, mientras Edison siempre buscó crear sus desarrollos a través de la experimentación, Tesla lo hacia a través de la teoría, dado que la idea siempre estaba en su cabeza y pocas veces lo plasmaba en papel. Ese hecho dificultó el estudio de su obra tras su muerte a mediados del siglo XX.
Una característica del pensamiento de Tesla, explicó el diplomático serbio, fue lo adelantado que estuvo a su tiempo, porque desarrolló una obra visionaria, que sólo a varios años de distancia se le ha dado el valor que merece.
“Aunque fue un científico de finales del siglo XIX y principios del XX, pareciera por la actualidad de su obra, ser del siglo XXI”.
Muestra de lo anterior es que cuando en 1893 construyó el primer radiotrasmisor (antes que Guillermo Marconi), el investigador serbio postulaba que esa tecnología no sólo serviría para enviar sonido, sino también imágenes y datos.
La exposición Nikola Tesla estará acompañada por un ciclo de conferencias con especialistas de la UNAM y de Serbia, como Micho Ðurðevich, Fernando Maldonado y Aleksandar Marincic, quienes desde ayer y hasta el 25 de octubre hablarán del legado científico y las aplicaciones tecnológicas de Tesla en el siglo XXI, sus contribuciones a la energía electrónica y la física cuántica.
Noticia publicada en El Universal (México)