Los científicos que estudian la vida vegetal están fascinados por este proceso que deja al descubierto los engranajes de la variabilidad natural. Ahora, investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) lograron aislar por primera vez una versión mutante de un gen fundamental para la vida de las plantas. El trabajo acaba de publicarse en la revista Journal of Heredity.
"Nuestro centro tiene una larga trayectoria en el estudio de mutaciones en plantas cultivadas -cuenta el ingeniero agrónomo Alberto Prina, director del Instituto de Genética E. A. Favret, del INTA-. Las primeras investigaciones se remontan al año 1949, y hoy utilizamos ese conocimiento para apoyar el mejoramiento genético de diversos cultivos. Pero en este trabajo, presentamos el descubrimiento de las primeras versiones mutantes del gen infA en plantas superiores."
Según explica el investigador, a pesar de que este gen existe en todo el abanico de la vida, desde las bacterias hasta el ser humano, nunca se había podido establecer la forma en que funciona en el reino vegetal. "Todo lo que hasta hoy se sabía se deducía de estudios en bacterias", subraya Prina.
El gen infA es particularmente importante, porque regula la síntesis de proteínas en los cloroplastos, pequeñas organelas de las células vegetales que tienen a su cargo nada menos que la fotosíntesis. "Prácticamente, toda la energía del sol que se fija en el planeta proviene de allí", afirma Prina.
Según el científico, la estabilidad genética surge de un continuo trabajo de reparación de las células. "Por ejemplo, la condición llamada xeroderma pigmentosa es una enfermedad, que surge de la incapacidad de algunas personas de reparar el daño producido por el sol -explica-. A veces, en las plantas ocurre que la variabilidad genética aparece por incapacidad de repararse: no pueden volver a su genoma original."
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