Las conclusiones han sido increíbles. Por un lado, se ha descubierto que probablemente el virus de la rabia sea algo «propio» de los murciélagos, que ambos hayan evolucionado juntos a lo largo de la Historia Natural. Y con ello, que los murciélagos son mayoritariamente inmunes a esta infección, que llevan en su propio cuerpo y que no suele matarles.
Pero también se ha averiguado que la permanencia de esta infección en las colonias de murciélagos estudiadas en la isla es de muy poco tiempo. En unos cinco días se infecta toda la colonia y la infección remite. No causa prácticamente bajas entre ellos y es altísimamente improbable que se pueda contagiar a un ser humano.
Pero los investigadores dirigidos por Jordi Serra han descubierto más cosas. Una de las más llamativas es que las colonias de murciélagos se mueven como no se sospechaba que lo hicieran. Los científicos han marcado con una anilla a un murciélago en Inca y lo han recuperado en Pollença. Y no es el viaje más corto.
El anillaje ha sido una técnica muy útil a los investigadores para conocer sus evoluciones. Han anillado, explica Serra, a un millar de ejemplares a lo largo de todos estos años. Y han tenido la suerte de poder comprobar sus desplazamientos en lapsos muy cortos de tiempo, lo que es cuestión de suerte.
Así, Serra y su equipo ha descubierto también que las colonias de murciélagos estudiados (la especie Miotys myotis) viaja entre Mallorca y Menorca y que con ello se propicia el intercambio de virus entre las colonias de las dos islas. Pero no hay que alarmarse. Las infecciones se desarrollan en ciclos de muy pocos días.
De hecho, explica Serra, los únicos casos de rabia que se han descrito en Europa contagiada por murciélagos a humanos ha sido precisamente en naturalistas que estuvieron en contacto frecuente con estos animalitos, en el interior de cuevas y sin tomar medidas profilácticas adecuadas para evitar la mordedura y el contagio.
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