Microválvula para aliviar el glaucoma. Ese es el nombre del invento que obtuvo el primer premio en la categoría Investigación Aplicada, en la tercera edición de Innovar, el concurso organizado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación, que se desarrolló la semana pasada en Buenos Aires.
Este dispositivo -que está en estado de prototipo y su patente, en trámite- fue desarrollado por un grupo de médicos, físicos, químicos e ingenieros de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Oro Verde) y del Instituto de Desarrollo Tecnológico del Conicet (Santa Fe).
El director del equipo es Ariel Fabio Guarnieri, un mendocino de 38 años, egresado de Bioingeniería (UNER) y doctor en Ingeniería (UNL), que vive en Paraná con su esposa e hijos.
RIESGOS DEL GLAUCOMA.
Los organizadores de Innovar 2007 invitaron a Guarnieri a participar en el certamen al que se presentaron 1.657 trabajos. Fue convocado para que presentara la invención en la que viene trabajando desde el año 2003.
El profesional -que da clases en la Facultad de Ingeniería (UNER) y es investigador del Conicet en Santa Fe- visitó EL DIARIO para explicar los detalles de su microscópica creación hecha en polímeros y metales, y comentó que se dedicó al estudio del ojo por incentivo de su padre, de profesión oftalmólogo.
El glaucoma es una enfermedad que aumenta la presión del líquido dentro del ojo, de causa desconocida, y que puede producir ceguera. Se trata de una patología silenciosa -porque se presenta sin síntomas- y no tiene cura.
“Lo único que se puede hacer al respecto es reducir la presión de alguna forma; primero, se utilizan medicamentos (gotas) para bajar la producción de líquido o aumentar el drenaje -explicó Guarnieri-. Cuando las drogas fallan, entre los recursos actuales de la Medicina está la cirugía, que hace una suerte de raspaje en las capas externas del ojo, para que se filtre el líquido hacia afuera. Cuando esa alternativa falla, si se puede, se colocan unas válvulas que son un dispositivo de plástico con una restricción, para que no drene demasiado, y un tubito, que está adentro del ojo”.
MÁS CHICAS. El bioingeniero señaló que “el problema de esas válvulas es que son un poquito grandes y, al colocarse entre los músculos oculares, por el movimiento del ojo, producen mucha inflamación. Además se pueden obturar por el crecimiento del tejido y muchas veces no regulan bien, ya sea porque drenan mucho (y es riesgoso que el ojo se quede con poca presión) o poco”.
Teniendo en cuenta que esas válvulas son el último recurso para las personas que padecen glaucoma, el equipo de Guarnieri decidió trabajar para mejorarlas.
Y lo hicieron de dos formas. En primer lugar, reduciendo el tamaño: las válvulas actuales tienen 15 milímetros de diámetro y las nuevas, menos de la mitad: entre 5 y 7 milímetros de diámetro.
En segundo lugar, haciéndolas “inteligentes”.
“En estas válvulas, la restricción se puede variar y eso permite controlar mejor la cantidad de líquido. Ese control se hace a través de un mecanismo electrónico: se activa electrónicamente la electroválvula y se puede regular a través de un sensor de presión. Todo se hace de manera inalámbrica, a través de una bobina externa –que podría estar en los anteojos– y una interna que está dentro de la válvula”, explicó el investigador.
Otro beneficio de este invento, quedaría en evidencia en los consultorios oftalmológicos: “El médico no tendría necesidad de tocar el ojo; desde afuera podría leer la presión ocular -a través del sensor que está dentro del ojo y con una computadora- y regular adecuadamente la válvula”, indicó Guarnieri. En síntesis, “la idea es evitar todo el manejo de operaciones que hacen que las cosas se compliquen”.
Como próximo paso, el dispositivo -desarrollado a través de la tecnología llamada Biomeds- será sometido a la experimentación con animales, probablemente con conejos, y una empresa farmacéutica nacional está interesada en financiar los ensayos.
Noticia completa en El Diario de Paraná (Argentina)