Desde la arquitectura popular o vernácula, es decir la arquitectura sin arquitectos, hasta aquella construida por los maestros de obras desde la Edad Media, o por los arquitectos, las obras de arquitectura han conformado ciudades y pueblos, y en definitiva la identidad de tantas regiones y culturas.
En el mundo globalizado de la comunicación cuasi-instantánea, parece haberse diluído ese carácter de la arquitectura de apego a las maneras y modos, a la cultura de una determinada zona, para ser sustituida por modelos de carácter universal. Esto no es algo nuevo, ya ha pasado antes desde la antigua Grecia o el Imperio Romano; pero sí es nuevo el incremento de la velocidad de transmisión de los modelos; en definitiva, el incremento en la velocidad de las comunicaciones, de una punta a la otra del planeta. Tal velocidad hace que los modelos lanzados hoy queden formalmente obsoletos mañana.
Ante tan desaforado consumo de imágenes de esta cultura del cambio de siglo, puede parecer que la arquitectura permanece atenta a ese constante e infatigable desfile de formas, cada vez más rebuscadas, más sorprendentes, con un exclusivo afán de conseguir la novedad por la novedad, de llamar la atención de los medios de comunicación. Puede parecer que la arquitectura haya abandonado aquellas áreas clásicas de su ocupación en el siglo XX, como eran las relacionadas con los problemas sociales, en particular con el problema de la vivienda.
Cuestión central
Porque lo social fue una cuestión central desde mediados del siglo XIX, hasta la llegada de las conocidas como vanguardias arquitectónicas de los años 20 en Europa, es decir de los arquitectos del Movimiento Moderno, actores del denominado como Estilo Internacional. Desde entonces se entendió que por encima de cualquier singularidad y condición, los problemas del hombre y sus necesidades eran muy similares en todo el mundo; y por ello las soluciones también habrían de serlo, en términos de forma, o mejor dicho de estilo. Lo social constituyó el gran paradigma de las vanguardias, y yo diría que aún lo sigue siendo aunque parezca estar under cover, o de tapado.
Hoy en día, puede dar la impresión de que la fascinación contemporánea por lo tecnológico y por todo lo que el universo digital es capaz de crear, ha desplazado el interés de la arquitectura hacia la creación de figuraciones virtuales materializadas en auténticos objetos a modo de iconos, indiferentes al contexto en sus más amplios términos (físico, social, ambiental, etc.). Sin embargo esto no es sino una apariencia, algo que se hace notar excesivamente; porque las ocupaciones de la arquitectura y de los arquitectos siguen centradas en la resolución de los problemas que conciernen a la sociedad; en particular el eterno problema de la vivienda. Y todo indica que esto seguirá siendo así en las próximas décadas, porque el proceso de concentración de la población en las grandes ciudades es incesante
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