Cuando un volcán hace erupción, arroja a la atmósfera tres tipos de fragmentos de rocas incandescentes: cenizas, lapilli ("pequeñas piedras", en latín) y bombas (de más de 6.4 centímetros de diámetro, también conocidas como proyectiles o productos balísticos). De esta manera, los aviones que vuelan por debajo de los 8 mil metros de altitud sobre el volcán mexicano Popocatépetl (en actividad desde el 21 de diciembre de 1994) corren el riesgo real de ser alcanzados por una bomba con un diámetro de una treintena de centímetros y una velocidad de unos 500 kilómetros por hora...
“No tengo que explicar detalladamente lo que un impacto de esta naturaleza ocasionaría en el avión. Sería un desastre”, dice Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica y coautor, con Miguel Ángel Alatorre Ibargüengoitia e Isaac Abimelec Farraz Montes (también del mencionado instituto), del Mapa de peligros por caída de productos balísticos del volcán Popocatépetl.
Peligro para las personas
La mayoría de los fragmentos de roca incandescente del Popocatépetl caen en el cráter o sobre la superficie del glaciar, donde producen nubes de nieve y hielo pulverizado; el resto choca contra las laderas y rueda por la pendiente, dando la falsa apariencia de corrientes de lava.
“Los proyectiles balísticos hacen impacto a velocidades que van de los 300 a los 500 kilómetros por hora —dice Delgado Granados—. Sin embargo, algunos pueden salir del cráter a más de mil kilómetros por hora, lo que les permite recorrer varios kilómetros en menos de un minuto.”
Aunque su alcance depende de la magnitud de la erupción, difícilmente superan los 10 kilómetros. Los eventos explosivos de noviembre y diciembre de 1998 lanzaron fragmentos de rocas incandescentes a una distancia máxima de 3.7 kilómetros respecto del cráter del volcán. Con todo, por la fuerza con que caen y sus elevadas temperaturas, son un peligro para la gente y sus propiedades.
“Las personas pueden meterse en refugios especiales y así sobrevivir a la caída de proyectiles balísticos pequeños (de menos de 3 centímetros de diámetro), pero no a la de grandes, ya que, por poner un ejemplo, una bomba de 31 centímetros de diámetro, a una velocidad de 500 kilómetros por hora, es capaz de afectar construcciones sólidas”, asegura el investigador universitario.
Además, debido a que su temperatura es superior al punto de ignición de la vegetación, todos los proyectiles balísticos pueden provocar incendios en regiones cercanas al volcán.
Al respecto hay que recordar que, durante la erupción nocturna del Popocatépetl del 17 de diciembre de 1998, los fragmentos de rocas incandescentes alcanzaron la zona de matorrales de aquél, causando un incendio considerable.
Noticia completa en El Universal (México)