Los restos del llamado hombre de Flores, conocido coloquialmente entre la comunidad científica como “hobbit”, siguen causando polémica entre los expertos, que ahora realizaron un nuevo estudio para determinar si se trata o no de una nueva especie de homínido. Esta investigación —aseguran sus autores— confirmaría que sí se trata de una especie diferente a la humana.
Hace tres años, a finales de octubre, una noticia causó revuelo entre la comunidad científica internacional. Se trató del descubrimiento de los restos óseos del llamado Homo floresiensis (hombre de Flores), de 18 mil años de antigüedad, encontrados en una cueva de piedra caliza, llamada Liang Bua, en la isla de Flores, en Indonesia.
En principio, los científicos afirmaron que se trataba de una nueva especie de homínido, el cual podría constituir una pieza más en el rompecabezas evolutivo de la especie humana; sin embargo, estudios posteriores efectuados separadamente por el paleontólogo indonesio Teku Jacob y Robert B. Eckhardt, especialista en desarrollo genético y evolución morfológica, del Departamento de Quinesiología de Penn State, desmintieron tal aseveración argumentando que se trataba de una mujer pigmea que padeció microcefalia, un trastorno neurológico en el cual la circunferencia de la cabeza es más pequeña que la del promedio.
En ese entonces, el especialista Henry Gee presentó los huesos de una mujer adulta de quien dijo era “una rama distinta de ser humano”, a la que se dio el mote de “hobbit”, debido a su baja estatura de menos de un metro, con un cerebro más pequeño que el de un chimpancé.
Ahora, un grupo de expertos encabezado por Matthew Tocheri, paleoantropólogo del Programa Orígenes Humanos, del Instituto Smithsoniano, en Washington, aseguró que los huesos del “hobbit” no tienen nada qué ver con los del Homo sapiens, sino que parecen más los de un mono africano.
La investigación, basada en el análisis de los huesos de la muñeca izquierda del Homo floresiensis, muestra que son primitivos y están formados de manera diferente a la de los seres humanos modernos, e incluso a la de su pariente evolutivo más cercano, el hombre de Neandertal.
Al respecto, Tocheri explicó que los neandertales tienen una forma muy diferente de muñecas en comparación con los grandes monos que existen en la actualidad, así como también a la de fósiles más antiguos como el Australopitecus (p. ej. Lucy), e incluso con los miembros más primitivos del género humano, como el Homo habilis.
Sin embargo, señaló que la muñeca del “hobbit” es básicamente indistinguible de la de un mono africano, un homínido ancestral que no tiene relación alguna con las características óseas encontradas en los humanos modernos. “Los huesos ni siquiera se acercan a ellos”, dijo.
La evidencia obtenida de la muñeca del “hobbit” es en extremo importante, según afirman quienes realizaron el estudio, debido a que demuestra que la criatura representa una especie distinta de la humana.
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