¿Alguna vez ha pasado por su cabeza que una actividad considerada como natural y saludable podría ser mortal? Pues el sueño lo es... cuando no es suficiente, pero también cuando es excesivo.
Los estudiosos encontraron que la falta de sueño incrementa al doble el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares. No obstante, también descubrieron que el exceso de descanso duplica el riesgo de defunción.
Francesco Capuccio, especialista de la Universidad de Warwick, en Inglaterra, mostró cómo los patrones de sueño pueden afectar la mortalidad de las personas.
La investigación se basó en el estudio de 10 mil 308 personas en las que se observaron sus hábitos de descanso para asociarlos con la tasa de mortandad. Asimismo, se tomaron en cuenta otros factores como edad, sexo, estado civil, tipo de empleo, actividad física, consumo de alcohol y tabaco, índice de masa corporal, presión sanguínea, colesterol y si padecían o no enfermedades.
Una vez que se ajustaron todos estos factores, el investigador aisló el efecto de los cambios en los hábitos de sueño de los sujetos de estudio, y encontró que quienes modificaron sus horas de sueño en los últimos cinco años mostraron tasas de mortandad de entre 11 y 17 años después.
Aquellas personas que no modificaron sus hábitos de sueño y que tuvieron como base siete horas de descanso diario, tiempo considerado como apropiado para un ser humano promedio, presentaron las tasas de mortandad más bajas del estudio.
En tanto, quienes redujeron sus horas de sueño de siete a cinco incrementaron hasta en el doble el riesgo de morir por problemas cardiovasculares. “Menos horas de sueño y niveles más elevados de disturbios en el descanso son elementos muy difundidos en las sociedades modernas.
“Estos cambios, resultado de la necesidad de disponer de más tiempo para el trabajo y el esparcimiento, han ocasionado que los reportes de fatiga y somnolencia durante el día se hayan vuelto más comunes en las últimas décadas, y la falta de sueño tiene consecuencias de largo alcance”, explicó Cappuccio.
Pero la investigación también concluyó que aquellos individuos que duermen durante ocho o más horas por noche también se encuentran en riesgo hasta dos veces más elevado de morir, en comparación con quienes duermen en promedio siete horas, sólo que en este caso no por enfermedades cardiovasculares.
Según Cappuccio se ha demostrado que “el sueño corto es factor que detona la obesidad, hipertensión y el desarrollo de diabetes tipo 2, que con frecuencia derivan en mortandad”.
Noticia publicada en El Universal (México)