Los guardacostas colombianos cada vez capturan más sumergibles destinados al transporte de cocaína hacia Centroamérica y Estados Unidos.
Las naves no pueden ser catalogadas como submarinos pues carecen de la tecnología para sumergirse varios metros; sin embargo navegan por debajo de la superficie y por su pequeño tamaño y materiales livianos son cada vez más difíciles de detectar.
Atrás quedaron los tiempos del gran capo Pablo Escobar, el primero en concebir la idea y quien se vio obligado a comprar el submarino a la mafia rusa, ajeno a la tecnología que ahora permite construir estos artefactos en improvisadas fábricas selváticas cerca de la costa.
Materiales muy livianos como la fibra de vidrio, propulsores diesel, timones hidráulicos, sistemas de comunicación y plantas portátiles generadoras de energía, hacen las delicias de los actuales narcos que pueden construir su propio sumergible por alrededor de un millón de dólares.
"Los elementos para construirlos no son tan caros pero la mano de obra que se involucra en ese sistema, la tecnología, llevar los implementos hasta zonas alejadas, todo eso es costoso", explica el capitán Juan Carlos Molano, comandante del Cuerpo de Guardacostas del Pacífico de la Armada Nacional. "Se trata de tecnología colombiana bien aplicada".
En los últimos dos años la Armada colombiana ha incautado nueve sumergibles, el más grande tenía 20 metros de eslora y una capacidad para 10 toneladas, característica que sorprendió a las autoridades pues, por regla general, la capacidad de carga no sobrepasaba las cinco toneladas. El artefacto, que fue hallado a 10 kilómetros de la costa caribeña en el Departamento de la Guajira fronterizo con Venezuela, estaba oculto bajo una carpa de tela de camuflado entre el ramaje del bosque.
El Capitán Molano, que lleva años incautando este tipo de sumergibles, destaca la evolución que han alcanzado tanto en el diseño como en la forma. Por artesanales que puedan parecer, cada vez se optimiza más la capacidad de carga, pues los sumergibles incautados recientemente son del mismo tamaño que años atrás pero las bodegas han crecido aprovechando todos los recovecos.
El otro aspecto que más preocupa a las autoridades es la dificultad para detectarlos. "Es difícil porque son aparatos relativamente pequeños, en fibra de vidrio" explica Molano, "hay que trabajarle muy duro a la inteligencia y tratar de detectarlos, pero tecnología como tal no hay, no existe un sensor para eso".
Las autoridades no se atreven a dar una cifra estimada sobre la cantidad de sumergibles en operación, pero creen que son numerosos.
De las nuevas embarcaciones apenas sobresale del agua la escotilla y unos tubos de escape y ventilación. Además no dejan ningún tipo de estela. Por ello, las autoridades le apuestan a detectar los sumergibles en los lugares de construcción.
Noticia publicada en El Diario (México)