«Los niños que al llegar a casa son recibidos por la nevera, en lugar de por su familia, tienen más riesgos de sufrir obesidad», explicó ayer la doctora Rosa Calvo, durante su intervención en la Ponencia del Senado constituida para estudiar las causas de esta enfermedad y buscar soluciones.
Calvo, doctora en Psicología Clínica, exigió un «compromiso político» de todos los grupos para que establezcan medidas efectivas que permitan conciliar la vida laboral y familiar.
En muchas casas «no hay ningún adulto responsable que acoja a los niños después de un día de esfuerzo, o que participe en lo que les ha pasado a lo largo del día», declaró la experta.
Desde su experiencia como coordinadora de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Santa Cristina de Madrid, dijo que los niños asocian la comida con el cariño y, cuando regresan a casa, lo que encuentran en el mejor de los casos es «una nota encima de la mesa que dice: coge tal cosa, te la he preparado».
«Las probabilidades de comer más de lo necesario cuando estás triste son mucho mayores», advirtió la ponente, quien incidió en que, «en realidad, la carencia que tienen muchos niños es el tiempo que necesitarían pasar con el dulce de la familia».
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