La prospección geofísica que a lo largo de esta semana se realiza en el subsuelo de la Catedral de Tarragona ha permitido detectar la presencia de algunos vestigios que podrían pertenecer al templo dedicado al emperador romano Augusto, que podría tener unas dimensiones similares al Partenón ateniense.
La radiografía, que se realiza con tecnología punta y poco agresiva, permitirá la obtención de "centenares de miles de datos de toda la extensión del subsuelo y hasta diez metros de profundidad", de modo que se dispondrá de "una imagen tridimensional" de las entrañas de la Catedral, ha explicado hoy en rueda de prensa Albert Casas, catedrático de Geofísica de la Universidad de Barcelona (UB).
Hasta ahora, las técnicas de inducción electromagnética empleadas han conseguido detectar cambios en las propiedades físicas de los materiales que conforman el subsuelo y distintas formas geométricas, lo que puede indicar la presencia de distintos tipos de estructuras, así como de diferentes épocas de edificación, ha señalado Casas.
Por su parte, Isabel Rodà, directora del Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC), ha revelado que el material localizado es "muy valioso", ya que debajo del pavimento de la Catedral se adivinan "estructuras arquitectónicas y edificios", que podrían pertenecer al templo de Augusto. "Tenemos la esperanza de que así sea, pero todavía es pronto para afirmarlo", ha dicho Rodà, que ha pedido "prudencia" hasta que no se conozcan los resultados de las prospecciones y los estudios arqueológicos posteriores.
Se calcula que en unos dos meses se dispondrá de la imagen tridimensional del subsuelo de la Catedral y, posiblemente a finales de año se tendrá una primera interpretación de los restos. Después, se podrían realizar algunas intervenciones arqueológicas selectivas.
Los datos obtenidos serán de consideración en la definición de la cuarta fase del Plan Director de la Catedral, ha anunciado Francesc Gallart, decano del Capítulo del templo.
Ya en los Anales de Tácito queda documentada la existencia de un templo de culto dedicado al emperador Augusto en la antigua Tarraco, e incluso parece probado que una embajada tarraconense viajó a Roma en el siglo I dC, y obtuvo el permiso de Tiberio, sucesor de Augusto, para la construcción del recinto.
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