Cada informe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) es respondido con un órdago por parte de Irán, que lejos de amedrentarse ante la amenaza de sanciones, saca músculo. «Ahora tenemos más de tres mil centrifugadoras operativas, y cada semana instalamos una nueva cascada». Mahmoud Ahmadineyad fue claro y con estas palabras cumple la promesa que formuló el pasado mes de mayo -tras la presentación del penúltimo informe del organismo internacional- cuando aseguró que los científicos del país se encontraban cerca «del punto ideal».
En tres meses la república islámica ha llegado a esa piedra de toque marcada por las tres mil centrifugadoras. Este dato, que aún no han confirmado los investigadores enviados periódicamente por la AIEA a las plantas nucleares del país y que hablan de no más de 1.600, supondría, según los expertos, que Irán ya estaría en disposición de enriquecer suficiente uranio como para fabricar una bomba atómica en el plazo de un año. Este es el prisma de la comunidad internacional, muy distante al de las autoridades islámicas, que insisten en los fines pacíficos de su controvertida carrera nuclear.
«¿Veis cómo hemos conseguido ser un país nuclear en poco tiempo sin necesidad de dar nada a cambio?», proclamó el dirigente ultraconservador en el marco del Congreso General de las Sociedades Islámicas Estudiantiles, celebrado en el Palacio Presidencial. Ahmadineyad exigió además que se devuelva el contencioso al marco del AIEA, lejos del Consejo de Seguridad de la ONU, que es quien se encarga de imponer unas sanciones que «no van a conseguir nada». «En Occidente creían que con la aprobación de resoluciones contra Irán daríamos marcha atrás, pero el pueblo iraní ha demostrado una y otra vez sus logros nucleares», aseveró. Esta revolución atómica que vive el país contradice la versión de la mayoría de analistas de la oposición que achacan la grave crisis económica -que ya ha costado el puesto a dos ministros y al director del Banco Central- a las duras medidas impuestas por la comunidad internacional.
En referencia al posible endurecimiento de las sanciones por acelerar aún más su programa nuclear, Ahmadineyad se mostró tranquilo y restó importancia a los intentos de algunas potencias occidentales, especialmente Estados Unidos. «Los enemigos de Irán están aislados de forma completa y por eso gritan de forma continua», celebró.
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