Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha aportado nuevas evidencias que demuestran que la diversidad de las neuronas de la corteza cerebral se debe a la existencia de diferentes células progenitoras. Este descubrimiento es fundamental para el desarrollo de una terapia celular para enfermedades de la corteza cerebral y, en un futuro, para saber cómo generar cada uno de estos tipos de neuronas a partir de células madre, según Óscar Marín, director del la investigación.
Marín, cuyo trabajo se publica en la revista Journal of Neuroscience, explicó que el estudio intenta entender cómo se generan diferentes tipos de neuronas en el cerebro, fundamentalmente en la corteza cerebral.
El investigador, del Instituto de Neurociencias de Alicante (CSIC-Universidad Miguel Hernández), estimó que su estudio ayudará a desarrollar terapias celulares en los próximos cinco o diez años e incluso "introducir algunos tipos neuronales en una corteza cerebral dañada para tratar la epilepsia y otras enfermedades neurodegenerativas".
Con su trabajo, resumió, se han dado "los primeros pasos" para saber qué es necesario a la hora de generar en el laboratorio los diferentes tipos de neuronas de la corteza cerebral a partir de células madre. La variedad de neuronas en el cerebro está relacionada con su complejidad y "cada tipo de neurona se especializa en una función diferente".
Así, la región más anterior y compleja del cerebro, el telencéfalo, contiene una enorme variedad de tipos de neuronas diferentes. El investigador precisó que, en la corteza cerebral, existen más de una veintena de formas diferentes de interneuronas y agregó que las diversas clases de neuronas comparten características comunes, pero son distintas en su forma, en sus conexiones o en los receptores que contienen en sus membranas.
En la actualidad, existen dos teorías opuestas sobre su origen. La primera postula que los diferentes tipos de interneuronas surgen, durante el desarrollo embrionario, a partir de un único tipo común de neurona posteriormente. La segunda teoría es la que apoya el equipo del CSIC.
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