Para las paredes, el cartón de los envases de jugo; para el techo, latas comprimidas de refresco; y para las ventanas botellas de vidrio.
Así es como científicos de la Universidad de Buenos Aires construyeron una casa hecha de basura.
“Lograr que una alta proporción de residuos se transformen en elementos útiles”, expresó Carlos Levinton, arquitecto.
Además, este hogar cuenta con su propia fuente de energía. Un viejo motor de auto hace las veces de generador de energía eólica.
El objetivo es ayudar al medio millón de personas de Buenos Aires que vive en los barrios más pobres.
“¿Cuál es la importancia? Los chicos de esos barrios populares no tienen agua caliente y no pueden asearse bien adecuadamente por carencia de agua caliente y porque el gas cada vez es más caro”, manifestó el arquitecto.
El agua captada de la lluvia o la entubada se calienta por la energía del sol, absorbida por botellas plásticas, también recicladas.
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