Agentes encubiertos del Congreso de EE.UU. crearon una empresa fantasma y obtuvieron en marzo una licencia de la Comisión Regulatoria Nuclear que les hubiese permitido comprar materiales radiactivos necesarios para armar una bomba sucia (una bomba nuclear pequeña).
Los investigadores, de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO, según sus siglas en inglés), demostraron una vez más que las medidas de seguridad implementadas tras los ataques terroristas de 2001 para impedir que materiales radiactivos vayan a parar a manos equivocadas, son insuficientes, de acuerdo a un informe de esa dependencia.
"Debido a que los terroristas han expresado interés en obtener material nuclear, el Congreso y el pueblo estadounidense esperan que los programas para vender bajo licencia estos materiales sean seguros", expresó Gregory D. Kutz, investigador de la GAO.
La bomba que los investigadores pudieron haber construido no habría causado un gran daño o un gran nivel de contaminación. Pero aún así, habría tenido serias consecuencias, particularmente económicas, en el lugar de detonación.
La operación encubierta involucró una solicitud de una compañía constructora falsa, supuestamente con base en West Virginia, que los investigadores habían creado y que no tenía oficinas ni sitio en Internet ni empleados. Su único activo era una casilla de correo postal.
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