Los más recientes hallazgos en la zona arqueológica de Río Bec, entre ellos una inusual pirámide, confirman su condición atípica dentro del área maya y en general del resto del mundo mesoamericano.
Intrigante y sorprendente para los especialistas que en ella han trabajado desde 2002, ahora está prácticamente lista para compartir esa magnificencia y singularidad con los visitantes nacionales y extranjeros.
Ello, luego de que el equipo de arqueólogos encabezado por el francés Dominique Michelet la entregó de manera oficial al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a finales del pasado abril y sólo faltan ultimar algunos detalles para abrirla al público, si bien hasta 2008 concluirán formalmente los trabajos de investigación.
Enclavada en la selva baja sur de Campeche, a unos 60 kilómetros de la zona arqueológica de Calakmul, con la cual compartió esplendor y auge, uno de los aspectos que más han impactado de este ancestral lugar son sus dimensiones.
A la fecha ha sido imposible determinar sus límites, como tampoco ha logrado situarse cuál fue su centro más importante.
Otro aspecto que ha llamado poderosamente la atención de los arqueólogos es el concerniente con los sistemas sociopolítico y económico que allí imperaron. En particular destaca el hecho de que, a diferencia del resto del mundo maya, no prevaleció la hegemonía de una familia real o un dirigente (el ajaw).
De acuerdo con Dominique Michelet, especialista en Mesoamérica e investigador del Centro Nacional de la Investigación Científica, de Francia, resulta poco sustentable una antigua tesis que ubicaba a Río Bec como la capital de la región.
Lo anterior, explica en entrevista con La Jornada, porque “no es un sitio en el sentido tradicional, ya que la zona arqueológica prácticamente no cuenta con límites, sino que es un sinnúmero de grupos arquitectónicos monumentales, que en ocasiones se limitan a una sola construcción, pero de grandes dimensiones”.
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