Es una historia apasionante. El científico y empresario Craig Venter, cuyo proyecto privado para descifrar el genoma humano rivalizó con el del gobierno de los Estados Unidos en la década del 90, logró reemplazar la estructura genética de una bacteria por el ADN de otra, transformándola en una especie distinta. Y así creó "vida artificial".
Vida artificial es vida que puede "crearse" en un laboratorio. El experimento, realizado por científicos del instituto sin fines de lucro que Venter tiene en Rockville, Estados Unidos, podría contribuir para crear en el futuro bacterias sintéticas. El grupo de Venter está entre los varios que trabajan desde hace tiempo para "fabricar" una bacteria viva en laboratorio con el menor conjunto posible de genes necesarios para funcionar y reproducirse. Los científicos apuntan a crear microbios que puedan ser empleados para diseñar, por ejemplo, nuevos biocombustibles con características genéticas que los hagan menos contaminantes.
Aun así, los críticos están preocupados ante el posible riesgo de que los microbios creados por el hombre generen peligros desconocidos y advierten que la regulación siempre viene rezagada respecto de los avances científicos. "Esto nos coloca en el papel de competir con Dios en la posibilidad de crear nuevas formas de vida", advirtió Pat Mooney, dirigente de un grupo activista con sede en Canadá, el grupo ETC, que presiona en la ONU y otras organizaciones internacionales para crear regulaciones sobre el desarrollo de microbios sintéticos.
Venter y la empresa de capital cerrado que fundó, Synthetic Genomics Inc., han solicitado patentes en Estados Unidos y otros países describiendo cómo pueden ser creados organismos artificiales. Este mes, su compañía firmó un acuerdo con BP Plc, la empresa de energía londinense, para investigar la estructura genética de los hidrocarburos con el objetivo de aprender a desarrollar una energía limpia y mejorar las tasas de recuperación energética.
"Venter y sus colegas están creando una tarjeta de presentación para una nueva era de biología sintética", definió Arthur Caplan, presidente del departamento de Etica médica en la Universidad de Pennsylvania. "Abre la puerta para el diseño de nuevos microbios con propiedades como secretar sustancias similares al petróleo. Pero habrá controversia".
Noticia completa en Clarín (Argentina)