El modelo propuesto por profesionales de la Universidad de California-San Francisco es novedoso y además se retrotrae a una época anterior a la aprición de las primera cadenas de ácido ribonucleico (ARN) capaces de reproducir toda o parte de su estructura química.
En el modelo propuesto, los compuestos químicos sencillos (muy sencillos; básicamente, polímeros sin demasiada complejidad) comenzarían a asociarse entre ellos en busca de energía o de otros compuestos necesarios para completar sus cadenas químicas. Esta asociación entre compuestos se vería sometida a la presión evolutiva de su propia eficiencia y a la ausencia de compuestos químicos necesarios para mantener esa asociación. De esta manera estos compuestos evolucionarían (por así decirlo) hacia un estado energético en el que es mejor que estén asociados que el que estén disociados. Dado que el origen de este proceso serían compuestos muy sencillos (tan sencillos que hasta se ha descubierto su presencia en sitios tales como Titán), la evolución (por llamarla así) de estos compuestos no carecería nunca de una «población» adecuada para seguir intentando nuevas asociaciones, en el caso de que algunas de ellas fallaran. Y en el caso de que alguna de estas asociaciones tuviera éxito, ésta sería lo bastante estable como para sobrevivir en su nueva configuración y en su mismo entorno.
Desde el punto de vista temporal (es decir, el tiempo necesario para que de una cantidad grande de combinaciones surja una que sea estable en el tiempo) la clave, según los autores de esta teoría, se encuentra en que no es preciso que la sequencia química resultante de la combinación de otras sea particularmente compleja, ni tan siquiera que sea relevante desde el punto de vista biológico. Basta con que exista en la nueva molécula una estructura que sea replicable, aunque sea replicable con una secuencia química distinta. Es decir, lo relevante para este modelo es que existan dos compuestos A y B, formados por los mismos elementos básicos, con una estructura similar, y con una estabilidad energética parecida, aunque no sean exactamente iguales, para que este proceso de «evolución» siga adelante con los nuevos compuestos.
Esta teoría, mucho más desarrollada de lo que se ha expuesto aquí, saldrá publicada en el número de este mes de la revista Nature. No puedo ofrecer enace de este artículo pero sí de este otro paper (en inglés) redactado por el profesor Ken Dill, que es el padre de esta teoría. En especial las páginas 3, 4 y 5, donde expone a grandes rasgos la idea central de su teoría. Y eso que este paper es de 1999.
Noticia publicada en Hispalibertas (España)