La población aborigen de la región rusa de Chukotka, en el Ártico, cuya existencia depende de las ballenas, denunció hoy que son cada vez más los ejemplares cazados que padecen enfermedades desconocidas.
"Se trata de ballenas apestosas que cada año nos echan a perder la temporada de caza", dice un comunicado de la administración del territorio autónomo de Chukotka, cuyo gobernador es el magnate Román Abramóvich.
La nota indica que el año pasado se capturaron cuatro "ballenas apestosas", que desprendían un fuerte olor a yodo, y el contacto con las cuales provocó fuerte alergia a los operarios que las descuartizaron, cuyas manos "se cubrieron de llagas".
"La carne de las ballenas apestosas no se puede comer, pues con sólo probarla entumece los labios", subrayó el comunicado en alusión a la costumbre de los chukchis (aborígenes de Chukotka) de comer carne de cetáceos cruda.
La carne de ballena supone el 46 por ciento de la ración diaria alimentaria de los chukchis, que pertenecen a la misma familia étnica de los esquimales que habitan en Canadá y Estados Unidos.
Ante la imposibilidad de utilizar su carne, las ballenas fueron incineradas, después de que científicos rusos tomaran muestras para establecer las causas que hacen que estos animales no se puedan aprovechar, según la agencia Interfax.
Para Chukotka, una región de alto desempleo, la caza de ballena cada año pone en marcha una cadena de trabajo que comienza con el medio centenar de embarcaciones que se echan a la mar con licencia para la caza de estos animales.
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