En la parroquia de Nanegalito, a unos 70 km. al noroeste de Quito, a menos de dos horas de viaje, funciona el Museo de Sitio de Tulipe, donde se reúnen los vestigios arqueológicos de la cultura Yumbo, que se remonta hasta antes de la llegada de los Incas al Ecuador.
En quichua, Tulipe significa agua que baja de las tolas. Este complejo arqueológico está ubicado a 1.450 metros sobre el nivel del mar y fue un santuario de conocimiento y religiosidad para el pueblo Yumbo (800 d.C-1690 d.C). Los vestigios arqueológicos que se encontraron demuestran que se trataba de una cultura con conocimientos en astronomía, geometría, arquitectura y manejo del espacio. Según las investigaciones del Fondo de Salvamento de Quito (FONSAL) en las piscinas preincásicas se formaban espejos de agua que permitían hacer una interpretación científica del cosmos.
Son siete piscinas (así las denominan los tulipenses): dos semicirculares, dos rectangulares, una cuadrada, una poligonal y una circular. Todas están conectadas por una red de acueductos para canalizar el agua, perfectamente planificada. La función de estas estructuras de piedra era astronómico-religiosa. En estos espejos geométricos, los shamanes (hombres de sabiduría) pudieron observar el recorrido del Sol y de la Luna. Además, los indicios muestran que en los días sagrados de solsticios y equinoccios, Tulipe se convertía en un centro ceremonial al que acudían personas de todos los pueblos para realizar rituales de iniciación, purificación, fertilidad y agradecimiento a la Tierra. Cerca de las piscinas se conservan unas tolas o montículos de tierra, que al parecer fueron monumentos funerarios.
Hay más vestigios arqueológicos que el FONSAL y los pobladores de las comunidades cercanas a Tulipe lograron recuperar. Restos que estaban dispersos en Nanegal, Nanegalito, Gualea, Pacto, Mindo y norte de la zona Tsáchila, en Santo Domingo de los Colorados (poblados noroccidentales entre las regiones ecuatorianas Costa y la Sierra). Esta colección se exhibe en el Museo de Sitio de Tulipe y permite a los visitantes acercarse a la historia preincásica de pueblos que compartían los conocimientos y sabiduría de las culturas de los Andes y de las zonas tropicales.
Los turistas nacionales y extranjeros, además de admirar la arqueología, tienen más opciones para disfrutar de Tulipe: caminatas, observación de flora y fauna y practicar la fotografía paisajística. Historia, ciencia y diversión en un solo lugar.
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