Investigadores neerlandeses incrementaron el funcionamiento neuronal de ratones que padecían una forma común de retraso mental heredado colocándolos en un entorno estimulante.
Este trabajo, realizado por científicos de la Universidad de Amsterdam, se ha publicado en el último número de la revista Neuron.
El síndrome de X frágil es la forma más común de retraso mental heredado y afecta a uno de cada 3.600 varones y a una de cada 4.000 a 6.000 mujeres. Es causado por una mutación del gen Fmr1, que se encuentra en el cromosoma X.
Además de tener coeficientes intelectuales bajos y dificultades de aprendizaje, muchos pacientes padecen trastornos de la conducta, como la hiperactividad y el déficit de atención. No existe cura, pero los síntomas sí pueden aliviarse recibiendo educación especial, ortofonía y terapia del comportamiento. Además puede administrarse medicación para tratar problemas como la ansiedad y la agresividad.
En esta investigación reciente se estudiaron ratones que padecían este síndrome, centrándose especialmente en la corteza prefrontal, que es la parte del cerebro responsable del aprendizaje y de la memoria.
Así, descubrieron que las neuronas del cerebro de los roedores tienen niveles más bajos de un proceso denominado «potenciación a largo plazo» que guarda relación con el aprendizaje y la memoria. Este problema fue causado por anomalías de los canales que regulan el flujo de entrada de calcio a las neuronas.
La estimulación neuronal mejoró la señalización del calcio y normalizó la potenciación a largo plazo, así como la plasticidad neuronal. Además, colocar a los ratones en un entorno interesante, donde había juguetes, norias de ejercicio y distintos objetos tuvo también el efecto de restablecer la normalidad de la plasticidad neuronal. Esto encaja con observaciones que sugieren que los pacientes que padecen el síndrome de X frágil son capaces de aprender y memorizar información, si bien necesitan estimulación y más repeticiones para lograrlo.
«Un aumento de la estimulación sensorial, cognitiva y motora por medio del enriquecimiento del entorno facilita el desarrollo de la plasticidad sináptica en zonas corticales implicadas en una función cognitiva más intensa», concluyeron los investigadores.
Noticia publicada en Cordis