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Esta es una de las principales conclusiones de un estudio del departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la Universidad de Alicante (UA) dirigido por Pablo Sánchez Jerez y Just Bayle y financiado con fondos Feder y del Ministerio de Educación durante tres años.
Los biólogos revelaron que el trabajo permite concluir que el impacto de estas granjas marinas, principalmente dedicadas a la cría de dorada y lubina, es poco significativo desde el punto de vista medioambiental y que se circunscribe a aproximadamente una hectárea en torno a las granjas.
Frente a las costas mediterráneas españolas hay más de treinta de estas instalaciones de acuicultura marina, más de la mitad en la Comunitat Valenciana, que tienen entre seis y veinticuatro jaulas de hasta 25 metros de diámetro y 12 de profundidad, con capacidad para 300.000 doradas y lubinas de diferente talla cada una.
Estas granjas, que están a dos kilómetros de la costa y a unos 40 metros del lecho marino, pueden llegar a albergar hasta 800 toneladas de doradas y lubinas para cuya alimentación se precisan unas 2.000 toneladas de piensos, una parte del cual acaba en el mar.
Se evita el sobrante de pienso
El estudio de Sánchez Jerez y Bayle refleja que hay una treintena de especies, principalmente de mujol, alacha (tipo de sardina), jurel, palometa y boga, que "han aprendido" a utilizar el excedente de pienso que se escapa por las redes de las jaulas de doradas y lubinas como principal fuente de alimento.
Según Sánchez Jerez, esta nueva habilidad les convierte, además, en "filtradores naturales" que evitan que el sobrante de piensos alimenticios se acumule en los fondos marinos.