En un pizarrón de la Universidad de Princeton quedaron escritas las ecuaciones que constituyen un reto fenomenal para varias generaciones de físicos: una teoría unificadora que logre hacer compatibles la física de partículas y la relativista.
La llamada Teoría Muy Especial de la Relatividad, postulada por el premio Nobel Sheldon Glashow y su colega Andrew Cohen, de la Boston University en Massachussets, es la primera aproximación a resolver el misterio de la física de partículas aplicada a la explicación que dio Einstein a cómo nació el Universo.
“Es tiempo de rescribir esta teoría y dar una mejor descripción de la naturaleza del espacio y el tiempo”, escribió Glashow, quien reconoce que tuvo que pasar un siglo para “sólo acercarnos a la poderosa mente de Einstein”.
Y es que las más destacadas mentes del siglo XX han tenido más de 100 años (desde 1905) para lentamente ir comprobando y despejando las brillantes ecuaciones y postulados que Albert Einstein dejó para la posteridad.
Hoy hace 128 años nació Albert Einstein, un hombre cuyas ideas y propuestas respecto del origen, naturaleza y posible destino del Universo todavía son materia de profunda investigación y debate.
Violinista, soñador, poeta, artista… ensayista y provocador, Einstein revolucionó la física, pero hizo todavía más por la filosofía.
Es una paradoja, pero la vida de Albert Einstein, según Freeman Dyson, uno de sus biógrafos, “es una vida repleta de paradojas”.
El hombre detrás del genio ha sido objeto de los más diversos mitos y leyendas.
Pero la mayoría de sus teorías, ente ellas la Teoría General de la Relatividad, el Condensado Bose-Einstein y el Movimiento Browniano, han sido comprobadas en cuanto la tecnología disponible lo ha permitido.
Uno a uno, sus postulados se cumplen cual místico adivinador.
Pero Einstein es la más viva imagen de todo lo contrario: un científico exacto, meticuloso, como dice Stephen Hawking “irritantemente preciso”.
Pero quedan enigmas heredados por el físico alemán.
La fuerza de gravedad y su influencia en el tiempo así como la llamada Paradoja de los Gemelos.
Según ésta última, si un hombre es enviado a Próxima Centauri, la estrella más cercana, distante 4.8 años luz de la Tierra, envejecería 5 años en el viaje a una velocidad 80 por ciento la de la luz. Un hipotético hermano gemelo en la Tierra envejecería 10 años, esto por la acción de la curvatura espacio-tiempo postulada por Einstein.
“Las leyes de la física de Albert Einstein funcionan igual en todo el Universo, independientemente de dónde estén ubicados los gemelos o las estrellas”, escribió Jürgen Renn, director del Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia.
Hoy los grandes físicos tratan de resolver los efectos giromagnéticos y otras delicias que Albert Einstein dejó pendientes, todos planteados en la sencillez de un pizarrón universitario.
Noticia publicada en Crónica (México)