Noticia completa en Correo del Caroni (Venezuela)
Tome los binoculares y examine la rugosa faz de la Luna. Está cubierta de miles de hoyuelos, cráteres causados por el impacto de asteroides y cometas interplanetarios. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué la Tierra, que es un blanco mucho más grande, aparenta tener tan pocos cráteres? Es tan raro encontrarlos que el mejor ejemplo de ellos, el cráter del Meteoro Barringer, en Arizona, es en verdad una atracción turística. ¿La Tierra tuvo suerte y pudo esquivar tan pesada artillería?
No. A través de la historia del Sistema Solar, la Tierra ha sido bombardeada inclusive mucho más que la Luna. Pero nuestro planeta se mantiene tan activo geológicamente que los terremotos, los volcanes y los cambios climáticos, que nos parecen ya tan familiares, continuamente están aplastando, derritiendo y moldeando su corteza. Es decir, la Tierra destruye constantemente la evidencia de su pasado, incluyendo la evidencia de antiguos impactos. Prácticamente todos los cráteres terrestres identificados -sólo 170 hasta el momento- han estado sometidos a tanta erosión que las pistas esenciales se han borrado.
Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo con la Luna. De acuerdo con Paul Spudis, un científico planetario adjunto del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, una de las razones más importantes que tiene la NASA para regresar a la Luna es aprender más sobre la Tierra.
Plato testigo
"La Luna es un "plato testigo" para la Tierra", declara Spudis, tomando prestado este acertado término del área de la investigación de armas. Cuando los científicos quieren medir el tipo, la cantidad y el patrón de daño ocasionado por una explosión, ubican estos "platos testigo", hechos de diversos materiales y que sirven para efectuar un diagnóstico, cerca de donde ocurrirá la prueba, con el fin de registrar el impacto de la metralla y la radiación.
"La Tierra y la Luna ocupan la misma posición en el sistema solar", explica Spudis. "No obstante, mientras que la Tierra es un planeta muy dinámico, la Luna es un mundo fósil, sin atmósfera. De modo que la Luna conserva un registro de las etapas tempranas del sistema solar, que ya no se puede leer en la Tierra."
Esto no es sólo especulación. A principios de la década de 1970, los astronautas de las últimas tres misiones Apolo (15, 16 y 17) trajeron consigo muestras obtenidas por medio del sondeo profundo de tres lugares distintos en la Luna. Los instrumentos perforaron el regolito lunar (la capa de roca triturada y polvo que cubre la Luna) hasta alcanzar una profundidad mayor que 2 metros.
"Las muestras que estos instrumentos extrajeron a mayor profundidad tenían dos mil millones de años, y prácticamente no han cambiado desde entonces", dice Spudis. Pero un reciente nuevo análisis reveló una gran sorpresa. "El regolito lunar atrapa partículas que provienen del viento solar. Y las muestras obtenidas por medio del sondeo revelan que hace dos mil millones de años el viento solar tenía una composición química distinta de la que tiene en la actualidad. No existe una explicación para esto dentro de la teoría solar, pero este descubrimiento es crucial para entender la formación de la Tierra -y también la evolución de las estrellas."
Otro gran interrogante que podría ser develado regresando al plato testigo de la Luna es el siguiente: ¿Qué provocó las repentinas extinciones en masa de las diversas formas de vida que marcan el final de las distintas eras geológicas en la Tierra?