El registro instrumental de las variables meteorológicas no se remonta más allá de 1850. Sin embargo, los paleoclimatólogos saben cómo ha evolucionado el clima terrestre en millones de años, gracias a los anillos de los árboles, las muestras de atmósfera atrapadas en hielo, los esqueletos de corales, el polen fósil y los microorganismos atrapados en el fondo de lagos y mares.
Para épocas recientes, una buena herramienta son los árboles. Del estudio de sus anillos se encargan los dendrocronólogos. Los árboles suman cada año una capa a su corteza, un anillo cuyo espesor varía de acuerdo con las condiciones ambientales, la riqueza del suelo, la salud de la planta... Así, durante el Mínimo de Maunder, entre 1645 y 1715, el frío extremo hizo que los árboles europeos "engordaran" anualmente muy poco; lo contrario que en épocas cálidas.
Los árboles pueden vivir mucho tiempo. En 1957, se encontró uno en Estados Unidos que tenía 4.723 años, que nació antes de que se empezarta a construir la Gran pirámide. Superponiendo la serie de anillos de un árbol actual con la de otro anterior, tendremos una serie más larga, que podremos ampliar hacia atrás según encontremos árboles más antiguos. Los registros dendrocronológicos ofrecen información de los últimos 15.000 años.
«Los árboles muertos quedan muy bien preservados en el fondo de algunos lagos donde no hay oxígeno y, por tanto, no se pudren», explica Antoni Rossell. La ventaja de este sistema es que permite conocer las variaciones en el crecimiento de año a año; la desventaja, que el crecimiento «depende de más variables que las climáticas. Nos da aproximaciones, como el polen fósil». El polen hallado en los sedimentos de lechos de lagos y mares permite saber qué plantas había en la región en determinada época e inferir de ahí el posible clima.
Lo más fiable es el análisis del aire contenido en el hielo antártico, del que se han recuperado muestras de hace 740.000 años. «Es un viaje hacia un pasado que ha quedado ahí atrapado», indica el paleoclimatólogo. Para ir más atrás en el tiempo, están los sedimentos de lagos como el Baikal, que se remontan a hace más de 20 millones de años, y otros oceánicos que datan de hace 100 millones de años, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra.
Publicado en El Correo Digital (España)