Noticia completa en El Periódico (Guatemala)
En la cabeza de Capmany flota ahora una idea nueva: un dispositivo de rastreo de las ballenas que funcionaría en combinación con el sistema Argos. Esta técnica emplea un satélite para recolectar datos ambientales y es capaz de localizar al emisor en cualquier lugar de la Tierra. Ese, el emisor, es el aparato en que Capmany trabaja.
“Pienso en una ventosa o en un dardo pequeño, inofensivo, que se incrustaría en la franja superficial de los 50 centímetros de grasa que tienen las ballenas jorobadas”, explica el empresario para librarse de las probables críticas de algunos ecologistas. De hecho, existen ya sistemas similares, pero emplean otras técnicas.
Con la intención de que la energía no sea un impedimento para seguir a las ballenas en sus viajes oceánicos, pretende que el artefacto funcione con energía solar. “Un dispositivo de este tipo”, explica Capmany, “nos permite saber en cualquier momento dónde está la ballena, cuál es su ruta de migración, e incluso si está en peligro, si le han dado caza”.
Capmany, que trabaja con la Universidad del Valle y algunas estadounidenses, calcula tener listo el sistema de rastreo dentro de cuatro meses, aunque entonces tendrá que esperar hasta diciembre, cuando los cetáceos regresen de nuevo a las aguas del trópico, tras su éxodo de mayo.
Mientras tanto, explica, tratará de crear una plataforma que pueda ser emulada por otros países “para generar una red internacional de seguimiento”.
Gutiérrez confirmó que la ballena no padecería ningún dolor, y admitió lo benéfico que sería poder rastrearlas a escala internacional.