Originaklmente publicado en Deia (España)
Habla con conocimiento de causa. Doctor en Biología y profesor titular de Ecología de la UPV, el diputado de Medio Ambiente, Iosu Madariaga, asegura que «personalmente» no le preocupa el cambio climático, aún cuando sabe que sus palabras son «políticamente incorrectas». Le preocupan los discursos «catastrofistas» que predicen un futuro apocalíptico para el planeta y rebate, al igual que otros muchos científicos, los planteamientos que ponen al hombre como el causante de estos cambios. «Lo único evidente es que hay cambio climático; el que la acción humana tenga algo que ver en él es discutible», afirma.
Ocho grados más de temperatura, desaparición de los glaciares, aumento del nivel del mar... ¿es tan grave la situación por el cambio climático?
No. A mí me preocupa que exista excesivo fundamentalismo en este tipo de planteamientos, excesiva predicción apocalíptica, cuando dentro del mundo científico hay mucha incertidumbre todavía. Me preocupa que se utilicen discursos con muy poco rigor científico y sobre todo que no haya debates serios. Hay mucha reacción intolerante contra quienes ponemos en cuestión muchas de las afirmaciones que se hacen desde el paradigma del calentamiento global antropogénico. Personalmente, no me preocupa el cambio climático.
¿No lo hay?
Claro que lo hay, lo ha habido y siempre lo habrá. Lo único evidente es que hay cambio climático; el que la acción humana tenga algo que ver en él es muy discutible. Otra evidencia es que es impredecible. Cuando no somos capaces de saber qué tiempo va a hacer la semana que viene, aventurarse a decir lo que va a pasar de aquí a cien años no me parece serio. No se pueden hacer afirmaciones rotundas cuando los propios científicos reconocen, con más humildad, que hay mucha incertidumbre.
¿En qué sentido?
La climatología se basa en el estudio de largos periodos de tiempo. La ecología global está en mantillas, porque no hay una instrumentación fiable. No hay largas series de datos que nos digan cuáles han sido las oscilaciones de temperatura, de salinidad, de régimen de precipitaciones... Se hacen comparaciones con décadas pasadas cuando no había aparatos de medición, con estimaciones indirectas de los anillos de los árboles, de evidencias geológicas... Pero están dentro de unos rangos de error que no permiten hacer afirmaciones categóricas.
¿Se le ha dado excesiva importancia a la acción del hombre?
Es la tendencia, culpar al ser humano de todos los males del planeta, cuando en realidad su aportación a los gases invernadero es mínima. El 90% del efecto invernadero depende del vapor del agua y el 10% del CO2, del metano... Y del CO2, la aportación humana es ínfima. Culpar al hombre de todo es una exageración que no se apoya en el rigor científico. Es verdad que hay un efecto amplificado del impacto humano sobre la superficie del planeta; pero sobre la globalidad del planeta no está cuantificado. Cada día se da más importancia a los factores naturales y la actividad del sol es clave.
Pero se habla mucho de que cada vez hace más calor...
Hay mucha mitología alrededor del supuesto calentamiento global antropogénico. Habría que tirar de hemeroteca y ver que en los años 70 el paradigma era justamente el contrario, se hablaba de una pequeña edad glaciar, porque estábamos en un ciclo en el que había tendencias descendentes de la temperatura.
Entonces, ¿no nos estamos cargando el ozono?
El ozono es un claro ejemplo de cómo en un momento se crea una alarma social y pasados los años nadie habla del asunto. La capa de ozono se empezó a estudiar hace 20 años; hoy la afección humana no está tan demostrada; hay causas naturales como que en las primaveras australes aparecen moléculas de cloro procedentes de emisiones volcánicas que hacen que se debilite precisamente donde no hay vida. No existe el mismo problema en el ecuador. Es muy fácil crear mitos que luego son muy difíciles de rebatir.
¿Y por qué se hace?
Hay intereses de miles de millones de euros en cuanto a los sistemas de producción de energía, patentes occidentales de lo que se llaman tecnologías limpias, básicamente la industria gasística y nuclear frente a la poderosa petrolera. Determinados mitos vienen muy bien para justificar apuestas.
Le van a acusar de antiecologista.
Todo eso no quita para que coincida con planteamientos como el ahorro, la eficiencia energética, el transporte sostenible, la reforestación... Todas esas políticas que está haciendo la Diputación, por ejemplo, ahora se encuadran en la lucha contra el cambio climático. A mí lo que me preocupa es que todas las personas tengan una buena calidad de vida; y cuando digo personas no sólo digo vizcainos sino todos los seres humanos del planeta, ahora y en el futuro. Eso es sostenibilidad y ésa es la razón, no la lucha contra el cambio climático.
¿Goza de buena salud el medio ambiente en Bizkaia?
Estamos en una situación buena. Hemos pasado de políticas de corrección ambiental, de décadas de recuperación de una situación preocupante, a una fase de trabajo que va más en la línea de la prevención y la mejora. En materia de gestión ambiental somos referencia a nivel europeo.
¿Es posible una Bizkaia que se alimente sólo de paneles solares y en el que todo se recicle?
La técnica va a seguir avanzando y cada vez existirán sistemas más eficaces, pero hoy por hoy, no. Técnicamente quizá sea posible, pero cuando hacemos planteamientos buscamos la excelencia ambiental desde posiciones realistas y que tengan sentido, teniendo en cuenta todas las variables, incluida también la económica.