Una vez agotados los recursos mineros en la superficie terrestre, el ser humano se lanzará a una nueva “aventura”: la explotación de los fondos marinos, una atractiva fuente económica de recursos minerales que ahora parece inagotable por la extensión de los océanos.
Muchos científicos consideran que sabemos más de la superficie de Marte que de los fondos marinos y los organismos que viven en ellos. No les falta razón: “Podemos ver Marte a través de un telescopio, pero sólo apreciamos unos metros de la profundidad del mar desde la superficie”, comenta a SINC Kim Juniper, investigador en el departamento de Biología de la Universidad de Victoria (Canadá).
A estas alturas de la historia “sabemos lo que vive en los océanos, pero no lo sabemos de Marte”, cuenta el catedrático en ecosistemas oceánicos y cambio global, que estudia desde hace 25 años la ecología y las comunidades biológicas de los acontecimientos hidrotermales en los fondos oceánicos.
“Ver imágenes muy poco accesibles de los fondos marinos es como ir a Marte, como si pusieran gusanos en Marte”, añade Luis Somoza, investigador y coordinador científico para la extensión de la Plataforma Continental española del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).
Los organismos biológicos que pueblan el fondo de los océanos son seres raros, únicos, y casi desconocidos. “Se piensa que existen entre 500.000 y 10 millones de especies en los fondos marinos, pero no lo sabemos exactamente porque no tenemos suficientes muestras”, asegura Juniper.
Pero los minerales que yacen en el lecho marino se conocen más. El mar abarca el 60% de los 103 elementos químicos clasificados, y concentra hasta 10 veces más minerales que la Tierra. Sin duda, “es un negocio rentable”, confiesa Somoza. La minería marina, importante para la tecnología informática, de circuitos, o de chips, tiene varias líneas de trabajo abiertas.
Primer paso, la exploración científica
El petróleo, el gas natural, los hidratos de gas, los nódulos de manganeso, las costras ricas en cobalto, los sulfuros masivos ricos en hierro, zinc, níquel, oro o cobre, los áridos, y los yacimientos ricos en titanio, tierras raras, estaño, oro y diamantes, son los recursos minerales que se encuentran en los fondos marinos. Se pueden convertir en una verdadera “mina de oro” para empresas, industrias y países. Su precio ha aumentado hasta un 500% en los tres últimos años.
Hoy cualquier actividad minera que se realice en los océanos pasa por la aprobación de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISBA, en sus siglas en inglés), un organismo científico y jurídico que controla las áreas fuera de los límites económicos de los países en el marco de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar ratificada en 1994 por 154 países y que cuenta ahora con 160 miembros.
La capacidad de explotación de los fondos marinos presenta “cifras que impresionan”, según Jesús Silva, embajador de España en Jamaica y representante permanente de España ante la ISBA durante la celebración del seminario internacional Los fondos marinos: la nueva frontera, organizado en Madrid por la Fundación Ramón Areces y que finaliza hoy.
En algunas zonas marinas, los campos de nódulos polimetálicos (cobre, níquel, manganeso, etc.), las chimeneas de sulfuros masivos y las costras ricas en cobalto concentran hasta tres veces más oro, plata, níquel, cobalto, o platino que en tierra firme.
La exploración permite saber dónde se encuentran estos recursos, como en las profundidades de la “zona”, un área marina de 260 millones de km2, sin jurisdicción de ningún Estado y considerada “patrimonio común de la Humanidad”.
Para explorar los nódulos polimetálicos en esta zona, la ISBA otorgó en el año 2000 ocho licencias de exclusividad para Francia, Japón, Corea, Alemania, India, China, Rusia, y también para el consorcio liderado por Polonia, junto a la Federación rusa, Eslovaquia, República Checa, Bulgaria y Cuba. España está fuera, “anda rezagada”.
¿Cómo se reparte el mercado?
Según Somoza, las empresas privadas pueden pedir licencias de exploración con la aprobación de un Estado. Cuestan 250.000 dólares americanos, que permiten a los países o consorcios explorar durante 15 años los fondos marinos en un área de 75.000 km2, “casi como el Mar Cantábrico”.
A partir de ese momento, se puede empezar la explotación, en este caso de nódulos. “España no la ha pedido porque creo que no se tenía mucho conocimiento de lo que representa”, admite el científico del IGME. Según Somoza, “deberíamos estar presentes”.
Uno de los últimos descubrimientos en zonas profundas dentro de la jurisdicción española han sido los grandes campos de chimeneas de gas metano que en la superficie forman hidratos (importantes recursos energéticos que se encuentran a partir de 800 metros de profundidad en el Golfo de Cádiz) y más de 52 volcanes de gas en el Golfo de Cádiz y en el Mar de Alborán.
Pero no todo es interés industrial y empresarial. “Lo interesante es la adaptación de estas especies a las condiciones extremas de frío, presión, e incluso calor porque hay áreas de muy altas temperaturas por la actividad volcánica y los eventos hidrotermales”, subraya el investigador canadiense que añade que “las propiedades biológicas de estas especies son muy interesantes para la industria biotecnológica”.
Los misterios de los animales de las profundidades marinas pueden revelar datos sobre la evolución porque “hay especies muy antiguas ahí abajo”, apunta Juniper. La estabilidad de este peculiar hábitat, seguramente “uno de los más estables de la Tierra” según el investigador, ha protegido de impactos a las especies marinas y les ha permitido sobrevivir de forma tan “primitiva”.
Publicado originalmente en El Librepensador