A Kenny George, un jugador de 2,20m de la Liga universitaria de baloncesto estadounidense, le cambió la vida en agosto de 2008. El jugador, a quien se rifaban los equipos de la NBA, regresó aquel verano de un campus de perfeccionamiento con el pie derecho infectado. "Tienes MRSA", le diagnosticó un doctor del Hospital de Chicago. George tuvo que someterse a tres operaciones para salvar su pie del llamado "estafilococo dorado", una bactería que estaba literalmente comiéndose su extremidad. Al final se optó por una amputación parcial que, inevitablemente, también cercenó su carrera baloncestística.
¿Pero qué es exactamente el MRSA? Basicamente, se podría definir como una bacteria que se ha hecho inmune a los antibióticos tradicionales. Las iniciales significan exactamente "stafilococo aúreo resistente a la meticilina (un derivado de la penicilina)". Cada año, 300.000 estadounidenses se contagian de este estafiloco dorado y se producen por su causa 19.000 muertes al año. Una cifra que supera incluso a los fallecimientos causados por el SIDA en aquel país. La infección sufrida por Kenny no fue, por lo tanto, un caso extraordinario.
Más del 25% de las cepas en España resisten la meticilina
Un reciente informe del Sistema Europeo de Muestras de Resistencia Antimicrobiana (EARSS) advierte que este tipo de "superbacterias" se están convirtiendo en una amenaza. La última voz de alarma procede de la Universidad de Washington. Sus investigadores presentaron el 11 de septiembre un estudio escalofriante: nueve de las diez playas públicas investigadas por el departamento de Ciencias Ambientales y de la Salud de la facultad del estado de Seattle, albergaban en su agua o arena varias cepas bacterianas de MRSA. Y el 60% de ellas, resistentes a la meticilina. “Es mucho más de lo esperado”, comentó Marilyn Roberts, la directora del estudio.
Europa no sufre aún las alarmantes cifras de afectación por MRSA de Estados Unidos, pero países como Inglaterra llevan algún tiempo preocupados por el aumentos de infecciones. “De 50 casos en 1993, se han alcanzado las 1.600 muertes en 2006 por "superbacterias" resistentes a los antibióticos actuales”, afirmaba un estudio dirigido por el doctor Otto Cars y publicado en el British Medical Journal.
Los números impresionan también en España. Más del 25% de las cepas de "estafilococo áureo" en España son resistentes a la meticilina. Es mortal para el 20% de los pacientes con septicemia (infecciones sanguineas) y para el 40% de los pacientes con neumonía. Y es igualmente peligrosa para las personas infectadas con cualquier gripe, entre ellas, la famosa gripe A. Y ojo, porque no viene sóla. Otros patógenos, como el E-coli o el Neumococo, también se han hecho fuertes ante los antibióticos regulares.
Las bacterias siempre van por delante
Pero la rebelión de estas bacterias no es una novedad. Se remonta a 1941, la fecha en la que se usó por primera vez la penicilina para combatirlas. En aquel momento comenzaron a luchar por su supervivencia. "Se defienden a sí mismas, es una ley biológica; las bacterias saben más que nosotros y siempre irán por delante", explica a Terra Noticias José Luis Pérez Sanz, microbiólogo del Hospital Universitario Son Dureta de Palma de Mallorca.
Los países europeos han optado por la Oxacilina para hacer frente al estafilococo dorado por encima de la Vancomicina, más utilizada en Estados Unidos, porque los efectos secundarios de ésta (una elevada toxicidad renal) son mayores. "Los antibióticos son útiles... pero no son inofensivos", explica este experto.
La campaña que se realizó en el Ministerio de Sanidad en 2007 para alertar sobre la automedicación (cercana al 30% en el caso de los antibióticos) y el exceso de uso de este tipo de medicamentos, también ayudó a reducir las infecciones. Y es que estas bacterias aprenden de su entorno hostil para sobrevivir: si se "alimentan" mucho -como ocurre en el sur europeo, en países como Italia o España, donde sus ciudadanos son auténticos "devoradores" de antibióticos-, estos microorganismos pueden hacerse inmunes a los antibióticos… y hacerlos inservibles.
“Las farmacéuticas no son hermanitas de la caridad”
Conocidas las cifras de afectados y el peligro de pandemia que representa tanto el MRSA como el resto de bacterias, la pregunta surge sola. ¿Por qué las farmacéuticas no dedican más recursos a crear antibióticos adecuados? Hay dos motivos; por un lado, descubrir una molécula que garantice resultados es cada vez más complejo por la cantidad de controles, estudios previos y pruebas que debe pasar. De hecho, desde el año 1960 sólo se han creado 4 nuevas líneas de antibióticos nuevas. Pero el 73% de los nuevos descubrimientos han sido derivaciones de agentes antibacterianos ya existentes como las penicilinas o las quinolonas. El segundo argumento es más comprensible para el ciudadano medio: descubrir nuevos antibióticos… sale caro.
"Estas compañías no son hermanitas de la caridad; buscan el beneficio como cualquier fábrica de yogures", afirma José Luis Pérez, que también es miembro de la SEICM (Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica). "Los estudios sobre antibióticos son complejos y caros, y las farmaceúticas buscan ante todo la rentabilidad", agrega. El propio estudio del doctor Otto Cars en 2006 hablaba de que sólo el 1,6% de los medicamente producidos por las 15 compañías farmaceúticas más importantes, son antibióticos. Las infecciones hospitalarias siguen estando a la cabeza
El desafortunado baloncestista Kenny George contrajo la infección en un campamento, igual que otras muchas personas se infectan en vestuarios, saunas, mares y, en general, en cualquier ambiente húmedo y salino, un caldo de cultivo para que las bacterias se muevan a su gusto. Pero los hospitales siguen siendo los centros principales de contagio. "El paciente que entra a un hospital, sabe que no se retira a un hotel de vacaciones. Y no hay tratamiento médico que consista en agua de la fuente", justifica el doctor José Luis Pérez.
Las operaciones quirúrgicas, por ejemplo, trabajan con heridas abiertas y por lo tanto son susceptibles de atraer infecciones. De hecho, se ha llegado a tratar la posibilidad de coser al paciente con hilo impregnado en antibiótico. Y es que las cifras no engañan: casi un 10% de los hospitalizados en España sufren una infección, bien por vía quirúrgica, o por la colocación de sondas, catéteres, etc. Y de ese porcentaje, otro 10% fallece a causa de la infección y no por la enfermedad que le llevó a ser ingresado. "La propagación en hospitales (infecciones nosológicas) se produce desde hace 10 años, pero ahora se ha generalizado significativamente", admite Pérez.
Publicado originalmente en Terra (España)