El ascensor espacial es un viejo sueño que, si se hace realidad, revolucionaría la conquista del espacio. Pero supone resolver un cierto número de complicados problemas tecnológicos. Según un nuevo estudio conducido por el checo Lubos Perek, la estabilización del cable que uniría el planeta al espacio sería más difícil de lo que se pensaba.
El concepto de ascensor espacial ha sido conocido gracias al recientemente fallecido Arthur C. Clarke en una de sus novelas: Las fuentes del paraíso. El mayor obstáculo a la creación de una estación espacial en órbita digna de 2001, Una odisea del espacio, o de una base en la Luna como podemos verla en Espacio 1999, está en el extraordinario coste de la puesta en órbita del material desde la superficie de la Tierra. Si se pudiera poner en órbita una pequeña estación espacial (imagen 2), o mejor aún, capturar un pequeño asteroide (imagen 1) y ponerlo en órbita geosincrónica, podríamos imaginar bajar hacia el suelo un cable hecho de un material extremadamente resistente.
Los cálculos muestran que un tipo de ascensor eléctrico que circulara sobre el cable permitiría montar en órbita geoestacionaria los materiales necesarios para la construcción a un coste mucho menor que con propulsores químicos clásicos. La idea de hecho es muy antigua, ya que se remonta al fundador de la astronáutica, Constantin Tsiolkovski.
El primer problema que hay que resolver es el del material que constituye el cable. Parecería que con el descubrimiento de los nanotubos de carbono, el proyecto haya abandonado un poco la ciencia ficción, aunque trabajos científicos ya hubieran tratado el tema, la Unión Soviética y los Estados Unidos entre los finales de los años 1950 y principios de los 1960. En principio, existe un debate sobre si podríamos producir cables de nanotubos de carbono de varios millares de kilómetros, y que alcanzasen las prestaciones de resistencia mecánica exigidas para tal empresa. En los Estados Unidos, hasta existe una competición para la puesta a punto de tal ascensor espacial.
El segundo problema es el de la estabilidad del cable, literalmente entre el cielo y la Tierra. Los vientos, las fuerzas de marea causadas por la Luna y el Sol son susceptibles de producir a lo largo del cable ondulaciones difícilmente aceptables, sobre todo cuando una vibración podría conducir a la rotura del mismo.
¿Hace falta una estabilización activa del cable?.
Lubos Perek, del Instituto Astronómico de la Academia Checa de Ciencias, en Praga, ha vuelto a reavivar el debate. Según él, tal como explica en la revista Acta Astronautica, sería probablemente necesario prever propulsores a lo largo del cable para asegurar una buena estabilidad. Esto complica singularmente las cosas porque habría que asegurarse el mantenimiento y el reabastecimiento en carburante de éstos.
Al final, las ventajas tecnológicas y financieras de una puesta en órbita de los materiales para construir una estación espacial, o una nave destinada por ejemplo a viajar en el sistema solar, podrían ser insuficientes comparados con los medios más convencionales de satelización.
Otros investigadores, como Anders Jorgensen del Instituto de Minería y Tecnología de Nuevo Mejico en Socorro (Estados Unidos), no están totalmente convencidos, incluso reconocen el problema de la estabilidad del cable. Para ellos, las afirmaciones de Perek no están lo bastante consolidadas. La influencia del campo magnético terrestre sobre la ligera corriente eléctrica que recorrería el cable podría ser suficiente para obtener una adecuada estabilidad.
Finalmente, Bradley Edwards, que redactó en 2003 un estudio completo sobre el ascensor espacial para la Nasa, recuerda que según los cálculos ya efectuados, la influencia de las fuerzas de marea lunisolares sería despreciable. Como reconoce el mismo Lubos Perek, es todavía demasiado pronto para enterrar el concepto de ascensor espacial.
Publicado en Astroseti, Traducido por Xavier Civit